Adopta,pero a mí. Toma XXIV
No se puede apagar amor con fuego, la canción se le había metido en la cabeza, desde que pisaron el hall del hotel.
-Galita, hija. Al pan, pan y:¡ al merengue, merengue!- Menos mal que estaba hablando consigo misma mientras iba a recepción a por la llave, porque el subidón de adrenalina y de sexo interruptus la tenía, crazy. Más de lo normal. Enajená Galita, tope de gama ¡quillaaaa!
Marco esperaba junto al ascensor, ella se imaginaba que para poder controlar lo que fuera que sintiera un mozuco sano y fuerte como él ,después del sacro santo magreo del coche.
-¡Ni en tus locos 20 Galita, te habías puesto tú así en un coche !- Farfulló
-Decía algo- el conserje preguntó
-No. Hablo sola. A veces.-Se apoyó en el mostrador- Entre usted y yo , últimamente no paro de darme palique.
El hombre le tendió la llave y le deseó buenas noches.
-Nada Galita, tú dejando huella como el desodorante Axe, lo mismo- Otro monólogo interior.
Se reunió en el ascensor con Marco y momento incómodo.
Mirarse, sonrojarse.
Mucha luz en esa recepción.
-Trata de actuar normal Galita, como si tú hicieras ésto ,every days- Otro soliloquio
Marco le cogió de las manos cuando entraron al ascensor.
-Como sigas estrujando así la llave, no vamos a entrar en la habitación Galita- Se acercó a su oreja- y entonces...
-¿Entonces?- Contestó ella bizqueando para enfocarle bien, de lo pegado que lo tenía.
-Entonces. ¡nos detendrán por escándalo público!
Beso en la yugular, marcando arteria. Y fusión del núcleo de la rubia que se tuvo que agarrar para no derretirse.
¿Pero qué asignatura les daban en clases a los del Sur? ¿Seducción I y II por Alfredo Landa y Amador Rivas?. Estaba a puntito de caramelo. Polvática perdida.
¡Qué se abriera esa puerta ya!
¡A la mierda!
Le dio al STOP. Bloqueó el mecanismo y no esperó ni al frenazo para asaltarle allí.
Era el último piso y de madrugada.
¡Qué arda Troya!
Y tiró de su camisa, mientras buscaba el ojal de sus pantalones.
Y él se afanó en hacer lo propio buscando su pecho. Mordiendo sobre la tela.
Alzándola para empotrarla contra el espejo.
Mierda, la estaba viendo mientras ambos se besaban el cuello, la oreja...de 0 a 100 en un parpadeo.
Les sobraba ropa y les faltaba tiempo.
Gala no debía de pensar lo mismo, o no debía de pensar en absoluto ,porque había conseguido meter su mano bajo la tela y le estaba desviando la sangre a otra cabeza que lloraba ya por liberarse.
-Galaaaa.
Su nombre.
Él diciendo su nombre con la voz cavernosa. Y ella apurando el masaje, haciendo el agarre más duro.
-Gala, mi amor
Ella llevándole al paraíso y él , él, .¡ Él sin condón!
-Gala,¡ Gala!
Ella por fin le miró.
Con sus ojos negros, aún más oscuros por culpa de la pasión . Y los labios hinchados . Y la piel de su rostro enrojecida por su barba.
-No creí, no pensé. ¡O sí!, pero vamos que no he traído condón.
-Marco, ¡joder!¡Eso luego!
Y ella volvió a atraerle hacia sí. Y a comerle la boca como nadie nunca antes. Y a alzarse sobre su cadera para restregarse como si fuera una jodida bailarina de la danza del vientre.
Acoplando su empalme con su hendidura. Vaya petting que se estaban marcando. Como dos adolescentes experimentando.
Y ese era el baile que bailaron hasta que el ritmo fue en ascenso y las ganas lo pudieron todo.
Y Marco estalló susurrando su nombre .
Ella le siguió después.
Notó en su cuello, como ella le dibujaba una sonrisa, sobre la piel.
Gala se bajó de la montura acariciando su rostro .
-¿Y luego dicen que las prisas no son buenas?
Accionó el ascensor y llegaron al ático en lo que él tardó en volver a pensar.
Aquella mujer...
No había otra como ella.
Gala tiró de él cogiéndole de la mano. Le llevó hasta la única habitación que había en esa planta y abrió.
Se fue quitando ropa sin decirle palabra.
Marco fue recogiéndo prenda a prenda, hasta que ella se quedó con un sostén de un color azul, para un tío el azul, era azul y unos ...¿qué eran eso?
-¿Galita?, ¿en serio?
Marco en mitad de la sala con una montonera de ropa de ella en brazos y la rubia gloriosa en ropa interior.
-Marco , vamos a hablar de "en serio"- Lo entrecomilló con "los dedos" ¡con los dedos!- ¡El tío que se hace 1000 km y se olvida de meter gomitas!. ¿En serio?
Y se dobló en dos de la risa. Porque su tarada era así.
Fresca, sin filtro. Un alma libre que llevaba un sostén transparente, que alzaba su busto invitándote a comerte lo allí expuesto y unos CK blancos que ...
Gala terminó su diatriba mental como solo sabe hacerlo una mujer.
De forma tajante.
Calzoncillo fuera, tetas al vent y como atrezzo una sonrisa.
-Ven aquí a jugar un ratito a los médicos Marco.
Gala le llamaba con el índice mientras ella ya se dirigía a la habitación.
Él dejó la ropa en el sofá y se quitó la suya lentamente. Sin prisa.
Acostumbrado como estaba a entrenar,la desnudez no le era incómoda. Estaba a gusto en la piel que habitaba.
Así que ni corto ni perezoso, siguió la estela de perfume de la diosa dorada.
Oía una ducha.
Otra sorpresa más.
Y como era un ser responsable y comprometido con el planeta decidió ahorrar agua.
Un baño inmenso de losas blancas. Y una ducha con banco corrido bajo cientos de chorros.
Ella brillaba ya a consecuencia del agua y del jabón.
Marco volvió al día del jacuzzi, y una sonrisa lobuna se instaló en su rostro.
Su cuerpo respondió ante la imagen, ante el recuerdo. Ante ella.
Y fue a su encuentro para hacerle en vivo todo lo que había dicho que haría si él estuviera allí.
Primero la abrazó por la espalda.
Esa conjunción perfecta de cóncavo y convexo .Esa pelvis enterrada entre sus glúteos. Esos brazos que abrazan fuerte y rozan un pecho y un pezón.
Ese hueco del cuello que te invita a cobijarte. A reposar tu frente.
Y el beso de entonces. El de dos amantes que sin haberse tenido ya se conocen .
El jabón que ayuda a masajear la carne y a caldear la sangre.
Ese resbalar lento de la yema de los dedos sobre centímetros y centímetros de piel.
Esa agonía lenta del masaje en zonas que no conocías pero morías por hacerlo.
El gemido obsceno. La boca abierta y los ojos cerrados.
La danza.
Esa pierna que se eleva y tú mueres por que te abrace entero.
-En el neceser -te susurra ella siendo casi líquida.
Y vas y vuelves y se arrodilla ante ti, pero no para pedirte clemencia.
Si no para que caigas derrotado una y mil veces. Gritando su nombre.
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