Adopta ,pero a mí. Toma XXIII




La felicidad es: Mi café, el sonido de la lluvia, una manta y tú.
(Como no somos egoístas quitemos: el café y la manta)

Cádiz: Los dos en el mismo espacio-tiempo.

No había manera de escapar de allí de aquel avance con el cuarteto de percusión tocando el badajo.
 El hotel, la habitación del hotel, la pared de esa habitación , estaban a cinco minutos caminando con prisa, con muchísima prisa.
Pero nada, aventura del abuelo cebolleta número infinito y más allá.
La mano de Marco primero en la cintura, había ido ganando terreno y ya se conocía cada recoveco de su espalda y de esa zona que esconde la cinturilla del pantalón .
Y como siguiera o siguiese pasando la mano por su piel, le iba a acabar saliendo el genio de dentro. ¡Cómo a la coño lámpara de Aladino, lo mismo!
Y luego estaba lo del "modo susurro", que estaba muy bien lo de hablarse al oído en un momento dado. Pero el tío , se estaba recreando y la estaba cocinando a baja temperatura , tanto y tan de continuo que los pezones  le iban a terminar traspasando la copa del sujetador si no es que combustionaba antes.
Menos mal que les dio a sus hijos por llamar.
¡Santos custodios! y dejó de vibrar algo bajo ella ,para hacerlo el reloj de su muñeca.
Aprovechó para levantarse e irse a la furgoneta para que le diera un aire.

-¿Solo uno Galita?- Ella y su gran vida interior.
La humedad de la noche, ya no estaba solo en la atmósfera. Se abanicó con uno de los platos de plástico y se apoyó en uno de los muebles porque las piernas, de la tensión acumulada , ya no la sostenían.
Y entró Jesús, claro. Culo veo culo quiero.
-¿Querías...?- La chica dura de internado siguió abanicándose.
-¿Un sofoco, Galita?- Él venga a mirarla con esos ojos.
-El cava de tu bodega y la edad. La edad media.
Duelo de miradas . De las que cierran bocas y abren puertas, ventanas. Las ganas.
-¿Te vas...con él?- se iba acercando como el felino que era, disminuyendo la distancia y el tono de su voz.
-Siempre fue la idea-Gala dale que te dale al plato. -Tú hija , date aire. Mucho. ¡Un Levante o dos!
Jesús y sus distancias cortas. El Yesus y esas miradas "te lo juro por Snoopy". DEBERÍA PATENTARLAS. El repeinado que acercaba una mano.
-Slap!- Antes de que me toque, ataca.
-¡Galita, pupa!- Jesús se separó dos metros, mientras intentaba devolver la circulación al antebrazo.
La chica dura de internado aún sabía dejar los galones marcados a los de manos largas y que tocaban sin invitación.
Marco entró justo cuando  Gala ya metía el plato de plástico en la bolsa de basura y Jesús  se frotaba el flexor carpi radialis con ganas.
Frota, frota, pensaba Galita, mientras llenaba la bolsa como poseída por el Diablo de Tasmania.
-Gala, tú cocinas . Ellos recogen.
Le tendió la mano y ella con esa fiebre tan del norte, le cedió la bolsa con brío, con mucho , al coletas.
Pasó a su lado sin tocarle y se agarró a esa mano ,como si fuera el único salvavidas que quedara libre, el día del folling down del Titanic.
Y se fue. Y no miró atrás
Ni una sola vez.
-Arrevoire se despidió ,mientras Marco la arrastraba a su camper con determinación. Como lo hace un quarterback en su última carrera ,para marcar el touchdown de la victoria.
¡Madre del amor wonderful lo que le voy a marcar yo!
Y él le abrió la puerta.
Y ella subió.
Y él se montó en el asiento del piloto.
Y metió primera.
Y aceleró, con la marcha de atrás puesta.
Y se alejaron de allí.
-¿Dónde era que te hospedabas?
Esos ojos azules mirándola como si ella fuera un todo. Esa sonrisa limpia. Esa mano tocando la suya mientras metía segunda, aceleraba y después tercera.
-¡Coño, te lo acabas de pasarrrrrr!
Y derrape de rally y curva a dos ruedas y las barreras del hotel a punto de volar por las ansias del moreno.
-No va a ser lento, Gala.
No la miró esta vez al hablar, mientras buscaba aparcamiento.
-¡Dios no lo quiera!- contestó ella quitándose ya el cinturón.
Hueco encontrado. Maniobra correcta. 
Freno de mano. Meter marcha, quitar llave.
Y ella.
Un tsunami de toda ella sobre él.
Manos enterrándose en ese pelazo.
Una boca asolando a otra.
Ropa que sobra y temperatura que se dispara.
Manos buscando piel .
Dureza manifestando agrado.
Camino correcto.
Mordiscos desesperados.
El juego del enredos pero en versión , la hora golfa.
Y un claxon.
El de ellos, porque sin saber como ,su culo presionaba el volante.
Volviendo a la tierra .
Es ella la que vuelve a su sitio.
-Vamos moreno, que voy a ponerte... Mirando... pa´Liérganes.
-¿Para las tetas de Liérganes ?¿para ver si llueve?
Y Gala estalló en una carcajada y Marco la acompañó mientras salían de la camper y corriendo salvaban la distancia entre ellos.
La necesidad de tocarse.
De estar conectados.
De ser.









 

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