Entrega a domicilio II.
De los directores de "Si el sexo alarga la vida, yo tengo las horas contadas" donde ella interpretaba el papel protagonista, ahora iba a dejar que se cerrara la puerta...Y se abriese un... pórtico ...¡El de la Gloria!
-Di que sí, mujer, tú a todo : OUI.
Y venga que no había dado un paso dentro y el runner como que empezó a jugar con ella al twister.
-¡La Virgen!
Manos, brazos. Bocas. Piernas que se superponían contra paredes blancas .
Ella intentó enfocar la estancia, pulcra, minimalista...
-¡Venga tía, centra que no estás haciendo un reportaje para la revista El Mueble!
Su yo interior cotilla que quería saber de más.
Ese hombre besaba como el jodido Grey: duro, caliente,lento, profundoooo.
Hubo un momento de tira y afloja .De licra sudorosa, de poliéster rojo. De ella pensando qué conjunto de ropa interior se habría puesto esa mañana...
Y mierda, no iba conjuntada, ¡pero sí limpia!
Venga sigue por ahí, que en nada sale la voz de tu madre o terminas haciendo la lista de la compra, ¡ole la rider mira como centra!
Ella y sus conversaciones interiores. Su alter ego que en vez de desmelenarse contra las paredes del piso ,no, se ponía a ser tiquis.
El de las gafas que decidió quitárselas en mitad de la refriega y dejarlas en un mueble muy práctico de estilo nórdico.
-Venga, vaaaaa, ahora estilista de "Casa y jardín!
Si es que...
Él ya no llevaba camiseta y se le podía usar como dummie para la clase de anatomía forense, porque el moreno estaba para morir infartada de un pico de tensión.
Y para pico lo que se clavaba con insistencia en su cadera, contra su abdomen, un poco más abajo, según fueron chocando contra muros como si fueran las bolas del billar a bandas.
Él llevaba menos ropa que ella. No supo bien en qué momento se dio cuenta, pero no le importó para nada que sus ojos se dieran un viaje por entre tanta piel expuesta.
Aún estaba moreno, seguro que corría por el parque sin camiseta para deleite de mujeres de edad indefinida. Él era la mejor medicina de amplio espectro que se hubiera tomado en tiempo.
Pasaron por el salón, y él siguió al mando como si fuera el director de orquesta.
Tenía tatuajes. Varios.
Pequeños.
Distribuidos aquí y allá. Perdidos en medio de tanto músculo.
-Ahora no pienses, tíaaaaaa.(Su yo impúdico que quería llegar al éxtasis)
Pararon la danza contra una puerta lacada en blanco y que permanecía cerrada.
Él la miró a los ojos como pidiendo permiso.
Ella dibujó algo parecido a una sonrisa y él desapareció reptando sobre ella, arrastrando tela y tapujos a su paso.
La dejó, sin palabras.
Sintió una boca paseándose sin prisa sobre ella. Parecía como si anduviera perdida entre sus curvas, pero solo un segundo después, cuando ella iba a hacer...algo, solo pudo decirse que el de los auriculares dominaba el francés. Una batida más y ella le dio el B2 y al añadir sus manos le otorgó el C1 plus.
Se agarró a su pelo en un duelo de voluntades ; para que parase o para que profundizara más.
Iba lento, masajeando a su paso la carne como si fuera un fisio trabajando una difícil lesión.
Se estaba muriendo de gusto contra aquella puerta lacada mientras a sus pies estaba el runner tomándose que ella obtuviese placer como su próxima meta deportiva.
Se iluminó el reloj de su muñeca donde un gráfico de pulsaciones le indicó que él estaba más revolucionado que al haberse hecho antes, media maratón en menos de 1:50 horas.
Y entonces sí que se sintió terriblemente sexy e invencible.
Se dejó caer , llevándose consigo al moderno y decidió que le iba a hacer quemar al menos 300 calorías más en aquel pasillo .
Pero esta vez la batuta la iba a llevar ella. Batuta que había encontrado lista en pleno descenso ...a los infiernos.
-¡Me toca!-le dijo ella mientras se dejaba arrastrar entre pectorales cincelados y un lepidóptero inmortalizado con tinta.
¡Aquello era un cuerpo y no el de bomberos!
Un sueño todo él.
Muy hot.
Vengaaaa.
¡A la carga!
Lo suyo eran las ***** en satisfacción de clientes.
Por algo sería.
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