Faro al paraíso III. El mundo y yo
"Somos una casualidad llena de intención" Benedetti
Cinco minutos bastan para soñar toda una vida... y así nos va a ti y a mi.
Besándonos como adolescentes escondidos del mundo a plena luz.
Una luz que ha comenzado a escaparse. Está recatando.
Al sol se lo traga el mar.
Y nosotros aquí formando un círculo vemos como se hunde.
Mira que he visto atardeceres ... en otras latitudes, en otros hemisferios y creía que me había robado el aliento uno en Cabo da Roca , "Donde la tierra acaba y el mar comienza"
Pero no, me equivocaba. Es éste el atardecer que me llevaré conmigo. Y es bonito y triste a la vez.
Me has abrazado fuerte porque sabes que tengo frío. Y las cámaras están en silencio, reposando yermas sobre el cesped.
Si me escucharas ahora, lo que me dicta mi cabeza, me llamarías payasa por usar ese castellano tan prolijo.
Me revolverías la melena y habría bromas y te burlarías de lo que mi mundo imperfecto le hace al tuyo tan de cuadrícula.
Me estás acariciando como si yo fuera la Victoria de Samotracia si aún tuviera brazos. Como si mi piel fuera mármol y tú deslizaras tus manos de artista , sin prisa.
Lo relativo del tiempo cuando estamos juntos.
Antes y ahora.
Como si no hubiera pasado una vida.
La nuestra sin nosotros.
Ya es de noche.
El sol no está y a la luna no se la espera.
Sería perfecto.
Un cuadro prerrafaelita. Tener miles de estrellas vomitando luz sobre nosotros. Pero aquí ese cielo no es. Aquí hay lo que se ve. Y la obra de arte me acaricia no solo con los dedos, si no con la respiración. Con la mirada.
Si me he sentido bella alguna vez, es ahora. En ese reflejo de mí que veo en tus ojos.
Y me sobra ropa y me estorba hasta el milímetro de piel que nos separa.
Me duelen las maneras de no poder, o de querer demasiado. O todo ello junto.
Y yo que no puedo saber lo que tú piensas desearía descubrir qué es lo que quieres de mí ahora.
No deseo que termine.
Y entonces tú hablas.
-Hay que irse.
Y yo asiento aunque hubiera dicho que no.
Me ayudas a levantarme . Y de nuevo esa condenada piel que nos separa. Y ya no me veo en tus ojos, pero sí que siento .
De la mano vamos hacia el coche.
De nuevo me recibe tu olor, el calor del ocaso que aún queda guarecido dentro. La comodidad de la piel y el lujo.
Te veo con la llave en la mano y yo miro hacia la oscuridad de la noche, hacia ese horizonte que se ha quedado suspendido sobre las aguas.
Noto de nuevo tu piel sobre mi pierna.
Asciendes dibujando una serpiente de deseo. Y la calidez de tu piel contrasta contra mi falta de riego.
Y se me escapa una sonrisa porque lo pienso así como está escrito.
Has parado porque te has dado cuenta de que he olvidado algo en casa.
Y no te miro , pero tú a mí sí.
Y tu cabeza se apoya en mi hombro.
-¿Me lo explicas?
Y yo que sigo en silencio y tú buscando un encaje que no está cubriendo una piel que abrasa.
-Me había imaginado cientos de escenas. Ninguna era ésta.
No te cortas, ¿para qué?, si eres tú.
Y tus manos, tus dedos, ya campan a sus anchas por el Himalaya , por el campo base, por los alrededores.
Decido acortar la distancia de milímetros y me acoplo sobre ti.
-Nunca has dejado de sorprenderme.
Tu boca que decide pasearse por mi escote, por mi cuello, por mis labios... Acoso y derribo.
-Si querías conducir... solo tenías que decirlo.
Y el faro ya encendido que nos ilumina como en una pista de baile.
Y no puedo evitar soltar una carcajada, sobre ti, en ese asiento del piloto que tú, jamás me dejarías usar, si te pidiera permiso.
No hace falta hablar para lo que viene ahora.
Ni tampoco aburrir con palabras .
Dominante o sumisa creo que era la pregunta.
Después de un rato , no te puede haber quedado duda.
Después de ésto, no volverás a preguntarlo ni a vacilar.
Nos hemos echado un pulso.
Uno salvaje.
Y después me has abrazado , otra vez.
Y has musitado palabras que hay gente, allí afuera, que espera una vida entera por ellas y no las tiene.
No me importa su veracidad. Lo son aquí y ahora.
La edad y lo practica que una se vuelve.
Te dejo solo en tu asiento y vuelvo al mío.
El reloj marca más de las once.
Tú te recolocas y pones en marcha el coche.
No queda nada más que silencio.
Tú tomando las curvas y yo reviviendo otras que atisbé .
Trazo en mi memoria tus hombros, la forma perfecta de tu cráneo, tus glúteos...
Y sigues esa carretera complicada y yo venga a recordar ese momento de hace nada.
Se diluirá en mi memoria, pero mientras viva y no, yo sabré que una vez ambos compartimos ;un faro en el paraíso.
*Fotos obtenidas de diferentes fuentes IG.
Comentarios
Publicar un comentario