Adopta, pero a mí. Toma XXIX
Marco aún tenía varios días de soledad antes de que volvieran sus hijos.
Así que buscó refugio en la Cala de Roche.
En la quedada con la panda.
Pero claro la diplomacia no era el fuerte de ninguno y Gala se colaba en las conversaciones sin querer, pero queriendo.
Gala un maldito huracán que pasó, vio y venció.
Sobre todos ellos.
Estaban hablando de las fiestas, de las cenas de empresa y jolgorios varios ,cuando Chicho rompió el hielo.
-¡Mierda! no le pedí el número a Galita. ¿Me lo puedes pasar? Le iba a encargar una cesta para un compromiso -Chicho no se acordaba del nombre del negocio y lo dijo sin pensar.
-La compras en el Gourmet y ya.
Sinquilla había saltado gesticulando la hostia señalando por detrás a Marco que había perdido la sonrisa.
-¿Qué pasa que nunca nadie ha tenido un rollo aquí?-¡Mira al Chicho como razonaba el quillo!
-Acabáramos. Venga Marco. Tío. Fue memorable, fijo. ¡Celébralo!. Eres la envidia del grupo. Porque la tía es legal que no veas. Y una joya cocinando. Y sabe la hostia de todo. Antes de lo de la Cocina tuvo que hacer Economía y relaciones internacionales, por la familia .
-Su madre sale en la lista Forbes.- Eso lo sabía, lo de la carrera, no - Abro boca, cierro boca.
-Y los másters.¡ Tiene más másters que el Ballesteros!-¿Body también?, El básico también la alababa .
-¿Y eso lo sabes por qué le hablaste de los tuyos?- Jesús dando donde más dolía, como solía hacer cuando le chinchaban.
-Joder. No , espera. ¡Body qué cabrón! ¿Usaste la baza del hoyo en uno con ella?- Sinquilla al quite.
-Un hoyo en uno no lo hace todo el mundo. Y ya sabes como el Dominguín: ¡si no lo cuentas no ha pasado!
Y se pusieron a reír y a quitarle importancia al asunto.
Y retomaron el tema Navidad y hablaron de estos y de aquellos del pueblo, de la playa, de los Mellis.
Cuando todos se fueron de la casa de Jesús, que era como el cuartel general. Marco aún permaneció allí.
-¿No te vas?- Le dijo Jesús recogiendo botellines.
-¿No me invitas a quedarme?- Ambos parecían no querer decir algo que estaban deseando hacer.
-Ya sabes cual es tu cuarto. Yo me acuesto ya- al volver a agacharse para recoger una bolsa, Marco se fijó en la cinturilla del calzoncillo asomando por encima del pantalón.
-¿No tienes nada que contarme Yesus?
Marco mirándole con una tormenta gestándose en su interior. Jesús caminando de regreso a la cocina. Cerrando la bolsa de basura y mordiéndose la lengua quemándose con todo lo que había de hiriente en ella.
-Porque cuando me acosté con ella. Aún llevaba tu ropa interior.
Duelo de titanes. De vencedores y vencidos. De dos machos alfa que no quieren perder su liderazgo.
-Te mentiría si te dijera que no lo pensé. Pero solo se quedó porque nos tumbó a todos bebiendo. Esa mujer es mucha mujer, bro. Y si no estuvieras hecho mierda te diría que no deberías haber sido tú ,el que le quitase, mi ropa interior.
Marco caliente como estaba no asimiló bien las palabras. Pero se paró a calmarse. Ellos dos y su pulso de voluntades. Siempre la competencia sana.
-Se la quitó ella.
Marco agachó los hombros.
-Una mujer así se la quita ella. Sí.
Y Jesús sacó los chupitos y el tequila reposado. Preparó los gajos de naranja y se fue a donde se había quedado Marco como convertido en estatua de sal.
-Brindemos por las mujeres qué derrochan simpatía.
-¡Tu mejor tequila no es éste!
Marco miró la etiqueta del José Cuervo.
-Mi mejor tequila, se lo ventiló tu chica. ¡Canta fatal!
Y se rió mientras servía los chupitos, recordando aquel salón lleno aún de ella, de su presencia.
-Sí, debe de ser lo único que hace mal.
Marco chocó un chupito contra otro.
-¡No sabe coger una ola!-Apostilló Jesús como para calmar el ambiente.
-Porque no quiere- Contestó Marco tomando un segundo golpe- Si ella quisiera; ¡ esa canija gobernaría el mundo!
Y el silencio y otro chupito más. Y Gala orbitando en la cabeza de los dos.
De Marco que aún podía saborear sus besos. De Jesús que no los había probado, pero al imaginarlos le dolían más, por lo alto de las expectativas.
-¿Y ella besa...?- No supo de dónde salió la pregunta tan de mujer, en aquella lucha fraticida por el octavo chupito.
-Como hace todo lo demás. Jodidamiente bien.
Y otro brindis más.
-No te envidio nada, bro- Jesús y sus cambios de conversión.
Al decirlo lo analizó aún con el vapor del alcohol nublándolo todo. Y no se lo creyó. ¡Ni él!
Y sembró una semilla. Que crecería o no. Pero mañana. Si eso mañana.
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