Te debo un baile.


"La vida no es para llevar, es para comer aquí"

Hoy leía sobre una canción que se convirtió en la banda sonora de un viaje por tierras exóticas.
Y recordé esa misma canción resonando entre las paredes de piedra de una iglesia en ruinas ,en la zona alta de Lisboa.
Magia.
Fue uno de esos momentos que te gustaría revivir una y otra vez. 
Por la atmósfera, por la compañía, porque no volverán a alinearse los astros nunca más para que te sientas ,ciudadana del mundo.
 Yo y el baile somos pareja de toda la vida.
Fue un matrimonio de conveniencia. 
No por ser niña .
Si no por tener yo una forma de pisar el mundo, poco ortodoxa.
Algo que según el galeno se debía corregir.
A los tres años me pegaron a una barra de ballet y no me solté hasta que  tuve edad para  votar.
Hoy que camino por las calles de ciudades con deportivas, huyendo de los tacones . 
No puedo evitar. 
Al escuchar según qué son.
 Obligarme a mí misma, a no ponerme allí, en mitad de la acera, a arrastrar la puntera del pie, con pierna flexionada trazando un semicírculo mientras con el torso erguido, pienso en  anclarme a un compañero  de baile con la percha del Bogart más irreverente.
¡Ay, los compañeros de baile!
Los que nos imponen como pareja y los que nos gustaría calzarnos.
Aquellos que en el estudio de danza, te hacían suspirar, entre tango y tango. 
Mientras tú mirabas ,desde el parqué ,porque no pertenecías al nivel avanzado.
¡Lo que deseabas llegar a esa edad! 
El nivel  tú sabías que lo tenías, ya lo llevabas en la sangre , corriendo por las venas. lamentándose como los chitos de la guardia vieja y el arrabal.
Un tango bien bailado, escuchen lo que les digo, es casi mejor ,que un escarceo de extra perlo.
Un aquí te pillo , aquí te mato, en el reservado de un bar de madrugada.
Un buen baile.
Bien interpretado.
 Debería cotizar en bolsa.
¿Les suena Pelé?
¿Cómo avanzaba por el campo?.
 Como corría, driblaba, rompía caderas...
La samba. fue el ritmo de la samba y su don .
Un buen baile ,puede abrir muchas puertas.
Ahora que todo es mentira.
Que nos parapetamos contra muros que levantamos a  modo de barricadas .
Que huimos del mundo.
Que nos asola la soledad.
Precisamente ahora , deberían recetar más bailes y menos Diazepan.
No vivimos.
No sentimos.
Mentimos.
Nos engañamos a nosotros y a los demás.
Somos una generación de fotografías alegres y de gente triste.
De personas que no les gustan los fuegos artificiales, pero quieren la traca final.
Deberían aprender a bailar.
A dejarse llevar ,aunque les guste llevar el timón .
A tener confianza.
Fe ciega.
 A seguir un compás ,ajeno a la velocidad que nos dicta: la urbe, la vida, la cotideaneidad.
Abrázate a mi.
En el tango.
Todo nace de un abrazo.
Pon tu mano derecha sobre mi hombro.
La siniestra en la curva de mi cintura.
Acércate.
No muerdo.
Te debo un baile.
Mírame.
A los ojos.
Respira y relájate.
Siente el compás .
Déjame que te guíe.
Apoya tu mejilla en la mía, estira tu brazo y que no pase el aire entre nosotros.
Luego camina al frente . Decidido.
Con la creencia de que no hay nada más allá de la letra lastimera del lunfardo.
Un ritmo de dos por cuatro.
Nada más simple.
Que mi pierna se enrede con la tuya.
Que me agache rozando cada centímetro de tu torso.
Un pulso de voluntades.
De llevar y dejarse llevar.
De rendirse o claudicar.
Llegó a prohibirse por lascivo.
Así que no dejes de mirarme.
Lo que hagas, hazlo con pasión.
Y deja que fluya.
Como el agua de la ducha a primera hora del día.
Sal de tu zona de confort.
No hay que pensar.
Solo sentir.
Como esa palma de la mano que se acopla a la perfección a la otra.
Ese resbalar sinuoso.
Un masaje corpóreo con la ropa puesta.
¿Qué podría ocurrir?
¿Qué te gustase?
Decía un sabio.
"Hacia la perfección por la práctica"
Venga, valiente.
¿Bailamos?
Da ese primer paso hacia el precipicio.
Siente.
Vive.
Te debo un baile.









 

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