La ceguera.
*Arts gate
"Tener que pagar por los propios sueños debe ser la peor de las desesperaciones"Todos somos ciegos que podemos ver pero que no miran.
Quédense con esa verdad.
Con una que hiere y que se lidia con ella porque preferimos vivir ignorantes.
La peor lacra de este momento que nos ha tocado vivir, es la soledad.
Las horas de soledad.
Nunca entendí lo que de verdad se escondía en la poética sonoridad de una frase que yo usaba porque quedaba bien, hasta que sentí la fuerza cruel que esconde. "Estar solo entre un mar de gente".
Puedes bañarte en un mar.
Puedes incluso dar brazadas hacia delante o de espaldas.
Puedes ir y volver.
Dejarte arrastrar mar adentro...Cubierto de silencio y salitre.
Ajeno a la algarabía de los que se quedan en la orilla, saltando las olas, mientras tú te dejas mecer por la mar.
Puedes decirte que allí , lejos de todo ,es el lugar ideal. Y a lo mejor lo es. ¿quién soy yo para contradecirte?.
Pero vuelve tu rostro hacia la orilla.
Hacia la línea donde los niños creen que la temeridad es su aliada. Donde aún se hace pie, pero a veces, solo a veces, tocas de refilón el fondo y vuelves a saltitos hacia la seguridad de donde no hay peligro.
Los peligros.
Ese paso que separa la línea de lo que conocemos de aquella de lo ajeno.
Soledades.
Cegueras.
Apartarnos de un mundo que nos asfixia ,como lo haría esa ola que se ha hecho inmensa por un capricho inoportuno de la naturaleza.
Tú sigues alejado flotando en el mar . Observando el volar inquieto de la gaviota hambrienta. Que busca...
¿Y tú? ¿ Qué buscas tú?.
O sería mejor saber ¿ qué no encuentras?
Me has dejado rumiando incógnitas.
A mí ,que me gustan las respuestas.
Me has dejado sin poder meterte en una casilla.
Sin ponerte etiqueta.
Ciega.
Con el raciocinio lleno de preguntas.
Sonando todas las alarmas.
En un estado de emergencia cognitiva.
La mujer de las mil preguntas sin absolutamente ninguna respuesta.
¿Sabes lo que conlleva un enigma?.
Una necesidad de aclararlo.
De solventarlo.
De no quedarse parado delante de la Esfinge .
No de nunca.
Yo soy de las que quiero ver.
De las que quiero saber.
Todo, de todo.
De las que me levanto por la mañana, además de con necesidad de un café. Con la necesidad de aprender algo nuevo siempre.
Ya sea intelectual o manual.
No quiero dejar nada para después.
A lo mejor ese luego , es demasiado tarde.
Lo pensaba ayer mientras trasplantaba zanahorias del semillero.
Mientras lijaba un suelo.
Al apretar con una 17 una rosca para hacer un invento...
¿Quién me diría, pensaba mientras segaba, que yo terminaría así?.
Siendo una sorpresa constante.
La misma que amaba la soledad del que escribe y la paz del que crea.
Yo que miro al mar ,sentada en una playa .
Lo vería morir cada día.
En ese fundirse en oro y tornarse líquido.
Allí sola rodeada de la belleza y de lo que me aporta.
Necesito que el mar de gente que me rodea, se esfume para encontrarme.
Yo que nunca he estado más perdida.
Yo que ahora pienso que cambiaría todo lo que he escrito.
Punto por punto.
Palabra, por palabra.
La misma que se niega lo que ve y que solita se pone la venda.
La ella que es una versión de la que en verdad habita en sí.
La que ya no se reconoce en el espejo por falta de valentía. No por ganas.
¿Cómo escribes? era la pregunta de ayer.
Con el corazón en un puño.
Con las palabras peleándose por salir.
Dispuestas a inmolarse cual ejército kamikace.
Sin filtro,
Así escribo.
Por inercia.
Como le pasa a las olas que saben que deben morir allí, en aquella orilla.
Así me pasa a mí con las palabras.
Que pese a quien le pese.
Los 15.000 vocablos que toda mujer debe decir al día. A mí me dominan hasta que los dejo ir.
No soy quién para no dejar que se vayan.
Nunca han sido mías.
Son tan libres como el viento.
Que a veces las arrastra lejos y otras las deja caer a plomo. En un vacío sin eco.
En un pozo sin fondo.
Palabras sin público.
Otra ceguera más de esta sociedad tan asocial.
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