Laberintos

Leía un lunes de enero, que estaba vestido de invierno, y llovía,que según los que saben era el día más triste del año. Y me quedé rumiando la info como si yo fuera la mujer de algún cuadro de Hopper. Del pintor más mustio entre los lánguidos, de aquel que ha logrado que la luminaria de un café,te marque el punto de fuga de un cuadro, como si el techo fuera la pista de despegue. Un óleo ,que jamás colgaría de tu pared. La paleta de la tela es cálida y sin embargo, la figura allí representada irradia la gélida inmovilidad de un finado. No me digan a mí, que la soledad no resulta,a veces, la cura de nuestros males. Salgan a dar un paseo por la costa, con el nordeste soplando, las olas ofendidas batiendo espuma, como un perro aquejado de rabia ...y a uno, se le reinicia la vida. Hoy me he levantado, como últimamente, con la cabeza llena de cosas. Como si mis pensamientos desordenados, se hubieran propuesto para el 2024, hacer el reto de Marie Kondo. Ya saben. Dejar...